miércoles, diciembre 20, 2006

Capítulo 26

Apenas se le ven los ojos detrás de la máscara de payaso, pero el horror de la situación se refleja en su mirada. Deja un bolso de cuero marrón en el suelo y se acerca a ella sigiloso. Le acaricia levemente la cabellera y le acomoda el pelo detrás de la oreja para observarla bien, en un gesto que podría confundirse con amor. Le quita las cadenas.
Simona está desmayada, recostada. Su rostro es casi irreconocible. El cansancio del encierro la ha derrumbado y no puede despertarse.
El visitante se aleja, huye de aquel encierro, temeroso de lo que pudiera pasar si se queda más tiempo ahí.
La noche se avecina en la ciudad, y las sombras vuelven a sumergirse en la helada celda de Simona.