Capítulo 20
–Tendría que haberme duchado. Maldito el momento en el que en lugar de abrir la ducha me dejé llevar por mi despecho... ni siquiera sé qué esperaba ver... maldita desagradecida... –Desplomado en su sillón, Gedeón solloza tomándose la cabeza con ambas manos, recuerda todo como se recuerda un sueño: sombras, colores y sonidos estridentes, pero sin certezas ni claridad. Esa madrugada había decidido entrar a hurtadillas en la vivienda de Simona a corroborar con sus propios ojos, aquello que en sus sospechas y en las fotos aún no acababa de creer. Sólo recordaba la ropa que había visto tirada por el suelo, más allá la cabellera de Simona, y la voz de un hombre que cada cinco o seis palabras reía... una risita desesperante. Luego sólo recordaba el portazo que había dado al regresar a su casa, pero no lograba hacerse una noción del tiempo que había pasado sentado en el suelo contra la puerta con la mente en blanco.
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