martes, julio 11, 2006

Capítulo 24

Una vez que transpone la puerta, deja el paquete en el recibidor y pasa a la sala, donde se deja caer en el sofá. Necesita pensar, fríamente si es posible, pero tiene la mente revolucionada y no puede concentrarse. Abre la mano y en su palma la tímida llave roja muestra su inquietante presencia. ¿Cómo llegó esto a mi poder? ¿Por qué lo tengo yo?, se pregunta inútilmente sin darse cuenta que el destino siempre depara una sorpresa.

Como una estatua permanece Gedeón en el sofá, pensando, cavilando qué hacer. Las horas transcurren, pero él está siempre en lo mismo, girando sobre un mismo tema, analizando los efectos de sus posibles acciones.

¡Maldita sea!, grita y se yergue. Se dirige al baño para lavarse la cara y despejarse de su embotamiento. Sus ojos se encuentran con el reflejo de su mirada. ¿En quién me he convertido?