Capítulo 18

Gedeón calla repentinamente cuando advierte el rostro lívido de Levi. De los labios temblorosos del detective brota un susurro que quedará grabado en la mente de Gedeón:
–Esa… chica es una… asesina…
Nadie percibe el lento derrumbe de Levi sobre la mesa. Sólo Gedeón es el testigo de su muerte. Aturdido, mira en todas direcciones. Piensa que el mozo no tardará en aparecer. Se levanta rápidamente y se acerca al cadáver. Revisa sus bolsillos mientras simula hablar con él y lo sostiene para que los parroquianos del bar no adviertan lo que está sucediendo.
Solamente encuentra un pañuelo ensangrentado en las manos de Levi, lo arroja al suelo y sale corriendo sin siquiera pensar en las consecuencias.
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