Capítulo 15
El portero del edificio se queda extrañado; cavila apoyado sobre el palo de su escoba pensando en lo raro que es ver salir a Gedeón a ese ritmo tan dispar, sin dominar el maletín, con la cara transfigurada, despeinado, las solapas alocadas al viento. Ni siquiera me ha saludado... la gente está loca, ya decía yo que tanta minuciosidad y puntualidad al final no le harían bien al Sr. Holzman, musita para sus adentros mientras reanuda el barrido de la vereda y lo ve alejarse casi a vuelo rasante, sin considerar al resto de los transeúntes.
-Sr. Holzman, gracias a Dios, por su retraso pensé que estaba enfermo. Hace un momento llamó un tal Levi, diciendo que era un asunto urgente, no parecía dispuesto a creer que usted no estuviera en la oficina... ha dejado este teléfono para que usted lo llame, no se lo escuchaba muy bien- explica la secretaria a la vez que extiende un papelito con el número y mira a Gedeón por encima de sus anteojos. Gedeón, visiblemente molesto por toda la situación, transpira, le arranca el papel de la mano y se dirige a su despacho. -Señor... ¿está usted bien?
-Sr. Holzman, gracias a Dios, por su retraso pensé que estaba enfermo. Hace un momento llamó un tal Levi, diciendo que era un asunto urgente, no parecía dispuesto a creer que usted no estuviera en la oficina... ha dejado este teléfono para que usted lo llame, no se lo escuchaba muy bien- explica la secretaria a la vez que extiende un papelito con el número y mira a Gedeón por encima de sus anteojos. Gedeón, visiblemente molesto por toda la situación, transpira, le arranca el papel de la mano y se dirige a su despacho. -Señor... ¿está usted bien?
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