Capítulo 14
Los recuerdos de la noche resultaban confusos. Alguna extraña sombra velaba su memoria. Amaneció como todas las mañanas, oyendo la estridente alarma del reloj. Se incorporó desganada y descubrió sus ropas tiradas por el suelo. Su cartera abierta, tumbada en una esquina de la habitación, dejaba entrever parte de su contenido. Un peine, un pañuelo, un lápiz labial, rímel, y algo más, que destellaba tímidamente bajo un haz de luz que penetraba a través de la persiana.
Simona se agacha y vacía lo que queda dentro de la cartera. Allí está, y como en un deja vu, tiene la triste impresión de haber vivido ya ese instante. Pero lo peor no es no recordar cuál fue la experiencia por la que pasó, sino sospechar la verdad.
En el suelo, el cuchillo ensangrentado brilla con calma.
Simona se agacha y vacía lo que queda dentro de la cartera. Allí está, y como en un deja vu, tiene la triste impresión de haber vivido ya ese instante. Pero lo peor no es no recordar cuál fue la experiencia por la que pasó, sino sospechar la verdad.
En el suelo, el cuchillo ensangrentado brilla con calma.
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