miércoles, mayo 31, 2006

Capítulo 9

La respiración se le ha cortado, y las piernas se le aflojan. Desea correr, huir de allí, pero ni siquiera es capaz de cambiar de posición. Debiera girar y hacer frente a esa imagen, a ese rostro que sonríe macabro en la acera de enfrente, pero no puede. La puerta de la tienda se abre y sale una gruesa dama. Al ver a Simona dice:

–¿Oiga? ¿Le ocurre algo?

Simona no escucha, pero como si fuese un puente en un abismo, ve la puerta abierta y con temblorosos pasos se adentra en Le Monde Rose.

–Uf, loca –exclama la gorda con antipatía y se aleja dando pasitos cortos.

–Dígame –dice la vendedora, pero al no recibir respuesta insiste:

–Usted dirá… Señorita… –pero no obtiene respuesta alguna.

Simona, juntando todo su valor, gira en redondo y mira del otro lado de la calle, pero aquella mirada amarillenta que la había asaltado en la visión de la mañana ya se ha ido.