miércoles, mayo 31, 2006

Capítulo 8

Al atardecer, cuando el cielo se torna de un anaranjado cálido, Simona aparece en la calle y bosteza. Antes de emprender la vuelta a casa decide dar un paseo que le afloje la tensión de tantas horas de escritorio. Su trabajo de telefonista no es complicado, pero suele ser más aburrido de lo que había creído. Más de una vez se propuso cambiar de empleo, pero comenzar la peregrinación por entrevistas, anuncios y colas, siempre se le antoja una tarea más irritante aun que su actual ocupación.

Se detiene ante un escaparate. “Le Monde Rose” reza el cartel de la tienda de ropas. Hay un sombrero rosado que la llama desde la vidriera, y ella nunca se decide a comprarlo. Piensa que no habrá ocasión de usarlo, y que su paga es insuficiente para la cantidad de horas que trabaja. ¿Por qué comprarlo entonces? se dice, pero no puede dejar de mirar.

De pronto, en el reflejo del vidrio ve una imagen que la petrifica.