Capítulo 2

Una vez en la ducha se sintió mejor. El agua recorrió su cuerpo como un invasor, sin perdonar distrito alguno de su anatomía.
Simona se lavó con sus delicadas manos, buscando quitarse la pesadez del sueño, y no pudo evitar tocarse aquella profunda cicatriz en el muslo derecho. ¿Cuándo será el día en que el olvido venga a salvarme? pensó tristemente. Se tomó la cara entre las manos y deseó desaparecer. Presionó sus ojos hasta hallar el dolor, pero más que el sufrimiento físico, encontró otra cosa: la estremeció una imagen que vislumbró en el fosfeno. Pudo haber sido sólo eso, una ilusión producida por la fuerza ejercida sobre sus globos oculares, pero la sensación de que aquello era un rostro conocido, la sobresaltó. Sin saber exactamente por qué, a pesar de todo, sintió necesidad de estar con Gedeón.
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