Capítulo 3
Ahí está él. Sentado en su escritorio, detrás de sus anteojos, revisando libros, poniendo sellos, tomando apuntes, agendando fechas. Todo en su lugar, excepto un par de tazas con borra de café y un sobrecito de azúcar vacío, caído fuera del plato. El ventilador en su vaivén lo único que consigue es trocar cada centímetro de aire caliente por otro idénticamente viciado, a la vez que hace respirar a la pila de papeles que espera su inspección. La tinta de la almohadilla está a punto de extinguirse y Gedeón está algo inquieto porque hace varios días, cuando se hizo el pedido de reposición al proveedor, recibió la noticia de que el gremio de los tinteros sigue una medida de fuerza indefinida y ha dejado sin suministros a todo el sector. Para él esto es una tragedia, porque es uno de los pilares de su minucioso trabajo y los sellos no pueden estamparse a medias, y ahora debe moderar el uso del oscuro líquido, como si se tratara de un material precioso.
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